Se refiere a una persona que posee un conjunto de conocimientos especializados, habilidades técnicas y formación académica que le permiten realizar tareas específicas en un área determinada del conocimiento o de la práctica profesional.

Se espera que la persona contratada cumpla con las siguientes características:

1. Competencia Técnica: El profesional debe poseer habilidades y conocimientos específicos que lo distinguen de una persona sin formación en esa área. Estas competencias suelen estar respaldadas por títulos académicos, certificaciones o una trayectoria laboral reconocida.

2. Autonomía: A diferencia de un trabajador subordinado, el profesional contratado bajo un contrato de servicios profesionales actúa con un alto grado de independencia y autonomía en la ejecución de sus tareas. No está sujeto a un horario fijo ni a la supervisión directa del contratante, sino que es responsable de los resultados del trabajo acordado.
3. Responsabilidad Personal: El profesional asume la responsabilidad por la calidad y la integridad de los servicios prestados. Esto significa que es él quien responde por cualquier error o negligencia en la ejecución de sus tareas.
4. Temporalidad del Servicio: Los servicios profesionales suelen estar limitados en el tiempo o en la entrega de un proyecto o tarea específica. No existe una expectativa de permanencia o continuidad como en una relación laboral.
5. No Subordinación: En este tipo de contratos, no existe una relación de subordinación entre el contratante y el profesional. El contratante no tiene el poder de dirigir cómo se lleva a cabo el trabajo, más allá de especificar los resultados esperados.