¿Quién es el protagonista de nuestro éxito o fracaso?, ¿El cerebro o el corazón? ¿Cuánta responsabilidad recae sobre cada uno de ellos? ¿Será 50 % y 50 %?, ¿75 %-25 %?, o ¿Todo y nada?
En esta lección aprenderemos sobre uno de los mayores aportes de la neurociencia en los últimos años, la neuroplasticidad.
Esa maravillosa capacidad de nuestro cerebro para regenerarse, cambiar y adaptarse.
El 9 de octubre de 2013, BBC News publico un gran encabezado que decía “Empezó la revolución del proyecto cerebro humano”, además especificaba lo siguiente:
“Acaba de empezar un proyecto que espera revolucionar nuestro conocimiento sobre el cerebro humano. Una revolución de diez años y US$1.600 millones. Científicos de 135 instituciones, en su mayoría en Europa, están participando en The Human Brain Project (que en español sería el Proyecto del Cerebro Humano)”.
El objetivo de este proyecto es desarrollar la tecnología necesaria para crear una simulación computarizada del cerebro. También construirá una base de datos a partir de las decenas de miles de estudios que cada año se publican sobre neurociencia.
Durante los últimos 20 años el estudio del origen, la transformación, la anatomía y el funcionamiento del cerebro humano han tenido una extraordinaria evolución gracias a la neurociencia. Dentro de sus aportes más valiosos se encuentra el de la neuroplasticidad (esa maravillosa capacidad que tiene nuestro cerebro para regenerarse, cambiar y adaptarse).
En mi época de estudios universitarios, se consideraba que el sistema nervioso era inalterable, se llegó a decir que no podía sufrir modificaciones. Recuerdo exactamente al profesor de anatomía haciéndonos la advertencia de que cuando una neurona moría, no había posibilidad de suplirla, igual sentencia había sobre las conexiones sinápticas, se advertía que una vez desaparecidas no se podían regenerar. Confieso que esa determinación la consideraba terrible y hasta miedo me daba. Estudié mi carrera universitaria con la firme convicción de que el desarrollo del cerebro y su recuperación de eventos traumáticos se detenía en los inicios dela edad adulta; es decir, entre los 18 y 24 años. Y de esto hacen solo unos 35 años.
El médico científico Santiago Ramón y Cajal (1906 premio nóbel de medicina por la “teoría de la neurona”), dio inicio a la serie de estudios que continúan hoy día sobre esa maravillosa capacidad del cerebro humano para cambiar y adaptarse según lo exijan las circunstancias. Él planteaba que las neuronas eran dinámicas.
Producto de muchas investigaciones e hipótesis comprobadas, en 1982, la organización mundial de la Salud (OMS) definió la neuroplasticidad como:
“La capacidad de las células del sistema nervioso para regenerarse anatómica y funcionalmente, después de estar sujetas a influencias patológicas ambientales o del desarrollo, incluyendo traumatismos y enfermedades”.
Esta definición hace referencia al impacto que la conducta y la experiencia tienen en la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar. Según lo plantean Mendoza, Pardo, Puma & Carrión (2010):
“Hablar de neuroplasticidad supone entender claramente el proceso intrínseco del cerebro que se desarrolla debido a la estimulación diaria y a las experiencias que se acumulan a lo largo de la vida. La neuroplasticidad es un proceso de adaptación constante, mediante el cual las neuronas consiguen aumentar sus conexiones con las otras neuronas de forma estable a consecuencia de la experiencia, aprendizaje, estimulación sensorial y cognitiva.”(p.13)