En esta lección, exploraremos de manera clara y resumida la evolución de nuestro cerebro, cómo se divide y cuáles son las funciones de cada una de sus partes. Comprender estos conceptos es fundamental para aplicar eficazmente el contenido de los próximos módulos, que abordarán temas clave como:
Tener un entendimiento claro de cómo funciona el cerebro no solo nos ayudará a comprender mejor el comportamiento humano, sino también a tomar decisiones más informadas en la gestión de personas, desde la contratación hasta el desarrollo de talento y la motivación. Esta base te permitirá aplicar técnicas más efectivas y enfocadas en el bienestar de los trabajadores, maximizando el potencial de cada uno.
Los tres cerebros son estructuras independientes, pero estrechamente relacionadas entre sí. Su correcta interacción es clave para el éxito en la toma de decisiones y el comportamiento humano. ¿Cómo funcionan juntos?
A través de los sentidos (vista, olfato, gusto, tacto y oído), recibimos información del entorno que se transmite mediante señales eléctricas a diferentes partes del cerebro. Esta información se procesa en forma de emociones, sensaciones, acciones, pensamientos, percepciones, lenguaje y recuerdos.
Las neuronas, que son las células del sistema nervioso, se encargan de recibir, procesar y transmitir esta información. Las conexiones entre neuronas, conocidas como sinapsis, permiten este flujo de información. Sin embargo, solo una pequeña parte de esta información llega a nuestra conciencia, mientras que la mayor parte queda almacenada en el subconsciente o inconsciente.
Gracias a la neuroplasticidad, el cerebro tiene la capacidad de cambiar su estructura en respuesta a nuevas experiencias. El aprendizaje y la práctica son fundamentales en este proceso. Podemos pensar en la neuroplasticidad como los senderos que se forman en un bosque: cuanto más repetimos una acción o un pensamiento, más definido se vuelve ese “camino” en nuestro cerebro.
Otro concepto clave es la neurogénesis, que contradice la antigua creencia de que las neuronas, una vez muertas, no podían reemplazarse. Hoy sabemos, de manera científica, que las células madre pueden dividirse en nuevas neuronas, las cuales son capaces de integrarse y funcionar en áreas específicas del cerebro que lo necesiten. Estas nuevas neuronas tienen una capacidad extraordinaria para desplazarse y adaptarse a las áreas donde son más necesarias.
Se ha demostrado que ciertos hábitos, como la actividad física regular y una buena nutrición, estimulan la neurogénesis, mientras que prácticas nocivas pueden acelerar la muerte neuronal. Entre estos factores perjudiciales se encuentran:
El cerebro reptiliano es la parte más primitiva de nuestro cerebro, y está formado por los ganglios basales, el tronco cerebral y el cerebelo. Su principal función es garantizar nuestra supervivencia, controlando acciones como la búsqueda de comida, el impulso sexual, las respuestas de pelea o huida, la regulación de la temperatura (frío-calor), la respiración y la presión sanguínea. Este cerebro opera de manera automática, inconsciente, involuntaria e instintiva.
Es gracias al cerebro reptiliano que, al igual que nuestros antepasados cavernícolas, respondemos ante una amenaza con reacciones instintivas. Cuando percibimos peligro, nuestros músculos se tensan y adoptamos una de tres respuestas:
Pelear
Huir
Congelarnos
El sistema límbico, también conocido como el cerebro medio o mesencéfalo, surgió como parte de la evolución y es fundamental en el procesamiento de nuestras emociones. Está compuesto por estructuras clave como el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo y la amígdala cerebral, cada una con funciones vitales para la regulación emocional y afectiva.
Este sistema ya funcionaba en los mamíferos y es responsable de las respuestas emocionales como el miedo y la agresión. En los seres humanos, el sistema límbico es el centro donde se procesan las emociones, incluyendo la angustia, la alegría y las penas. La amígdala, en particular, juega un papel crucial como el centro de control de las emociones. Estudios han demostrado que, cuando la amígdala está dañada, las personas tienen dificultades para reconocer las expresiones faciales y comprender el estado emocional de los demás, lo que afecta su empatía. Este tipo de déficit es común en personas con autismo o síndrome de Asperger.
Además, se ha comprobado que la amígdala cerebral es esencial para el aprendizaje y la memoria. En esta región no solo se almacenan emociones, sino también memorias cargadas de afecto y prejuicios. Es importante aclarar que esta amígdala no debe confundirse con las amígdalas de la garganta (faringe), ya que se trata de una estructura del cerebro.
Es importante recordar que tanto el cerebro reptiliano como el sistema límbico son esenciales para nuestra supervivencia. Sin ellos, no podríamos reaccionar de manera instintiva o emocional ante situaciones que nos ponen en peligro.
El problema surge cuando el proceso no avanza hacia la corteza cerebral, que es donde se desarrollan el pensamiento racional y la toma de decisiones conscientes.
¿Cuánto tiempo una persona puede quedarse atrapada en su cerebro reptiliano (instintos) o límbico (emociones)? Esto depende del grado en que haya trabajado en su diálogo interno y en el contenido de su subconsciente.
La inteligencia emocional consiste precisamente en saber autorregularte: reconocer cuándo sientes miedo, vulnerabilidad o una amenaza, y manejar estas emociones de manera saludable y equilibrada.
Lo que percibe en su mundo exterior lo procesa internamente como si estuviera frente a un peligro real, similar a cómo nuestros antepasados cavernícolas reaccionaban ante la presencia de un tigre o león. Su cerebro interpreta la situación como una amenaza a su supervivencia, y por eso reacciona instintivamente, buscando defenderse o atacar.
Cuando el cerebro reptiliano percibe una amenaza, el cuerpo reacciona instintivamente, preparándose para pelear, congelarse o huir. Esta respuesta física es inmediata: los músculos se tensan, listos para correr si es necesario, y el corazón comienza a bombear más sangre, preparándose para una confrontación o escape. Por eso es crucial reconocer lo que estás experimentando y calmar tu sistema nervioso. Unas simples respiraciones profundas pueden ayudarte a controlar la situación. Intenta realizar tres respiraciones diafragmáticas, abrazarte a ti mismo y decir: “Tranquilo/a, todo está bien. Estoy a salvo. Puedo manejar esto. Si he llegado hasta aquí, puedo seguir adelante”. Este tipo de diálogo interno positivo y realista te ayudará a reprogramar tu subconsciente, permitiéndote enfrentar los desafíos con más calma y claridad.
Los mejores momentos para reprogramar tu diálogo interno y subconsciente son justo antes de dormir y durante la primera hora después de despertarte. En estos momentos, el cerebro está en ondas THETA, un estado de relajación y receptividad óptimo para la incorporación de pensamientos positivos.
Es importante entender que esto debe ser una decisión consciente y una meta personal. No sucede de manera espontánea. Numerosos estudios han demostrado que incluso las personas que crecen en hogares estables y sin traumas pueden haber internalizado hasta 148,000 palabras y frases negativas sobre sí mismas, los demás y la vida. Este dato subraya la importancia de trabajar activamente en un diálogo interno positivo para cambiar esas creencias limitantes.
Una computadora solo puede llevarte tan lejos como el programa que tenga instalado. De la misma manera, nuestros pensamientos y creencias actúan como el software de nuestra mente.
Si no nos dedicamos a reprogramar ese software interno, ¿qué podemos esperar? ¿Cuánto bienestar podemos realmente experimentar? Y lo más importante, ¿cuánto bienestar podemos generar en las personas con las que nos relacionamos? Al igual que una computadora, nuestro potencial depende de actualizar y mejorar ese “software” mental para alcanzar una vida más equilibrada y consciente.
Si no se trata de traumas severos, hay muchas maneras de hacerlo. Una de mis favoritas es escuchar afirmaciones positivas antes de dormir y al despertar.
En YouTube puedes encontrar una gran variedad de material. Tómate tu tiempo para buscar lo que mejor se adapte a ti, elige uno para escuchar por la mañana y otro para antes de dormir. Si sigues este proceso durante 21 días, te aseguro que notarás un cambio significativo en tu vida.
La corteza cerebral es la parte más reciente de nuestro cerebro en términos de evolución. Cubre tanto el cerebro reptiliano (instintos) como el límbico (emociones). Hace aproximadamente 100 millones de años, el cerebro humano dio un gran salto evolutivo con la aparición de la corteza cerebral, lo que nos permitió desarrollar la capacidad de pensar de forma abstracta.
Como señala Larocca (2008), la corteza cerebral no solo es el área más accesible del cerebro, sino que también es la más distintivamente humana. Gran parte de nuestro pensamiento, lenguaje, imaginación, creatividad y capacidad de abstracción dependen de esta región.
La corteza cerebral tiene funciones clave, como moderar las reacciones emocionales que provienen del cerebro límbico y establecer planes de acción en situaciones de emergencia. En resumen, nos ayuda a determinar si nuestras emociones son adecuadas para la situación y si nuestros instintos están bien fundamentados. Es la cuna de la invención y la fuente de pensamientos abstractos, lo que nos permite analizar, planificar y crear.
Al dividirse la corteza cerebral, surgen los dos hemisferios cerebrales, el izquierdo y el derecho, conectados por el cuerpo calloso. Cada hemisferio controla el lado opuesto del cuerpo: el hemisferio derecho controla el lado izquierdo y el hemisferio izquierdo controla el lado derecho.
El hemisferio derecho se caracteriza por ser el centro de la creatividad y los sueños. Aquí se generan ideas, emociones y se procesan actividades relacionadas con la imaginación, la fantasía, la inspiración, y el arte, como la poesía, la música y la interacción social. Este hemisferio es también el responsable de nuestra espontaneidad y pensamiento visual.
Por otro lado, el hemisferio izquierdo está enfocado en la lógica, el análisis y la organización. Es el responsable del lenguaje, la memoria secuencial y el pensamiento racional. Aquí se encuentran las habilidades de cálculo, estructura y control, fundamentales para el análisis y la resolución de problemas prácticos.
A pesar de que cada hemisferio tiene funciones especializadas, numerosos estudios demuestran que el trabajo conjunto de ambos hemisferios es lo que determina el éxito final. Si una persona se enfoca únicamente en un hemisferio, por muy buena que sea en su área, se volverá inefectiva. Es aquí donde una gran fortaleza puede convertirse en una debilidad.
Un experto en finanzas, contabilidad o leyes, áreas dominadas por el hemisferio izquierdo, necesitará desarrollar habilidades socioemocionales para interactuar eficazmente con su equipo. Si se enfoca solo en el control y el análisis, sin prestar atención a las relaciones humanas, puede convertirse en un líder autoritario, agotando a su equipo.
Por otro lado, una persona altamente creativa y espontánea, dominada por su hemisferio derecho, deberá aprender a organizarse, cumplir con fechas de entrega y aterrizar sus ideas en un plan estructurado. De lo contrario, su productividad será limitada, y sus resultados, inconsistentes.
Como concluye Chavarría (2014): “Aunque razonemos con el lado izquierdo y soñemos con el derecho, nuestro éxito como especie radica en la continua comunicación y coordinación entre ambos hemisferios cerebrales” (p. 380).
Una forma sencilla de entender cómo funcionan los hemisferios cerebrales y su relación con las emociones es la siguiente: cuando una persona siente que su supervivencia está amenazada, o experimenta emociones intensas como rabia, nostalgia, miedo o deseo sexual, no prestará atención a ningún razonamiento lógico. Tal como explica Van der Kolk (2015), “cuando la alarma del sistema emocional está activada debido a una amenaza percibida, no hay razonamiento ni comprensión que pueda apagarla” (p. 70).
El drama emocional, que envenena nuestra vida y afecta negativamente a quienes nos rodean, solo puede transformarse si trabajamos en nuestro diálogo interno y reprogramamos nuestro subconsciente. Es la clave para romper con patrones tóxicos y crear un entorno más saludable y equilibrado.
Estos vídeos te ayudará a crear una imagen más clara de la estructura y funcionalidad de cada uno de los tres cerebros. Es importante que lo veas, dado que de la claridad que tengas de estos conceptos dependerá la profundidad con que puedas comprender lo aportes de la neurociencia a la gestión de recursos humanos.